A veces quisiéramos ser peces en una pecera; ir nadando a nuestro antojo hasta chocar con una pared que nos hiciera olvidar, pero otras veces llegamos a un momento en nuestra vida en las que olvidamos sin querer.
Un 10% de mi quiere ser pez, pero se contrarresta con el 90% restante que no quiere nunca olvidar todo lo vivido que me ha hecho evolucionar, madurar, crecer, aprender, vivir, soñar, disfrutar… Sobre todo lo leído. Me quedo con todas esas tele-transportaciones a un mundo mejor, singular y desconocido que me ha hecho «perderme» tantas horas de este mundo. Y es que qué vacía sería nuestra vida sin poder recordar sobre todo los buenos momentos vividos con los nuestros.
Da miedo pensar que quizá un día olvidaré parte de mi y de mi vida, pues ya hay cosas que recuerdo con poca lucidez por la distancia temporal, pero por suerte o por desgracia siempre hay alguien que te recuerda algunas cosas que tu subconsciente había olvidado, ya por no querer recordarlo o porque la memoria estaba llena.
¡Nunca me dejéis perder la memoria!
Un 10% de mi quiere ser pez, pero se contrarresta con el 90% restante que no quiere nunca olvidar todo lo vivido que me ha hecho evolucionar, madurar, crecer, aprender, vivir, soñar, disfrutar… Sobre todo lo leído. Me quedo con todas esas tele-transportaciones a un mundo mejor, singular y desconocido que me ha hecho «perderme» tantas horas de este mundo. Y es que qué vacía sería nuestra vida sin poder recordar sobre todo los buenos momentos vividos con los nuestros.
Da miedo pensar que quizá un día olvidaré parte de mi y de mi vida, pues ya hay cosas que recuerdo con poca lucidez por la distancia temporal, pero por suerte o por desgracia siempre hay alguien que te recuerda algunas cosas que tu subconsciente había olvidado, ya por no querer recordarlo o porque la memoria estaba llena.
¡Nunca me dejéis perder la memoria!